* Purpúreo ejemplar de Elie Saab Couture Spring 2014.
En el mundo de la moda existen muchos términos: ladylike, boho chic, falda lápiz, vestido globo, vestido drapeado, escote ilusión, escote corazón, escote palabra de honor; son algunos conceptos.
Pero mi favorito es V-E-S-T-I-D-O--V-A-P-O-R-O-S-O. Este particular vestido se compone de telas volátiles como la muselina, las gasas, el tul, la organza, el chifón, sólo por mencionar ciertos tejidos. Las telas son suaves como la espuma de mar; son tan ligeras que el aire dibuja con ellas figuras infinitas, pero como al celaje cada quién les encuentra forma; son tejidos translúcidos y el brillo del sol penetra en ellos como en el alabastro.
Para mi no hay prenda más seductora que un vestido vaporoso, a cada paso que da la fémina que lo porta, el atuendo se desplaza con ella de forma nubosa y la convierte en una nefelibata.
Ejemplos de mujeres ataviadas en vestidos vaporosos hay muchos, profundos y profanos, quién no recuerda a Marilyn Monroe y su mítico vestido blanco; a Ximena Navarrete coronarse en el 2010 como Miss Universo luciendo una prenda de Benito Santos que emuló al arrebol; los atuendos que usaron las modelos de la campaña Estrellas del Bicentenario de Pedro Torres para Televisa; a las finalistas de Mexico's Next Top Model primera temporada en el ultimo capítulo retratadas por Allan Fis; a las diosas de ébano: Rihanna con un diseño de Azzedine Alaia en los Grammy Awards 2013 y a Lupita Nyong'o en la gala de la 86 edición de los premios Oscar, quién nos demostró qué no sólo el diablo viste de Prada.
Esta prenda es clave para diseñadores como Cavalli, Paolo Sebastian, Elie Saab, quizá ellos están conscientes de qué los vestidos vaporosos son tan sensuales que el viento no se resiste y los convierte en sus amantes sin importar que las nubes y las olas se pongan celosas.
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