Desde que tengo uso de razón el primer acercamiento a la lectura que tuve fue el comic, recuerdo que mi mamá nos los compraba en un puesto de periódicos, el que más exigia su número mensual del comic preferido en cuestión era mi hermano pero por él yo también los leía, a él le gustaba mucho Gasparín, Wendy, Riqui Ricón, Archie, etc. Pero en casa no eramos sólo nosotros lo que leiamos comics, mi papá desde la adolescencia era fan de Spiderman, Hulk y Súperman. Mi mamá era fan de Mafalda, creo que yo la empecé a leer a los 7 años, no entendía muchas cosas pero siempre la he leido y me ha fascinado. Nuestros gustos de niños fueron evolucionando, cuando VID empezó a publicar el manga de Sailor Moon y Las Guerreras Mágicas, mi hermano adquirió todos los números.
Un día tal vez de verano, cómo por ahí de 1998 o 1999 mi hermano regresó de hacer las compras con mis papás, pero cuando él iba solo con ellos siempre exigía que le compraran algo, un dulce, unas botanas, algo. Ese día él regresó con un número de Calvin y Hobbes en español, tal vez una obra rarísima del mundo del comic, lo han reimpreso miles de veces en inglés, creo que jamás lo volvieron a imprimir en español, pues nosotros tenemos un solo número que además le costó como $15.
No puedo olvidar que a partir de ahí nos enamoramos de este par de locos, he pasado el resto de mi vida buscando la colección completa de las tiras cómicas. Hace un año por fin la pude adquirir y es uno de los tesoros bibliográficos más valiosos dentro de mi pequeña colección de libros curiosos. Me declaro una fan loca y obsesiva. Mi hermano siempre me dice -Hubieramos comprado todos los números que me encontré en la Comercial Mexicana ese día, además estaban bien baratos, nunca pensé que nos iban a gustar tanto-.
Para mí el comic es la última gran innovación del Arte, obviamente cómo todo en la Historia del Arte pasaran unos cuantos siglos para reconocerlo cómo tal, pero Bill Watterson está al nivel de Van Gogh, Picasso y Velazquez tal vez, es innovador, visionario, incluso podría analizarse a Calvin y Hobbes como una pieza de filosofía contemporánea.
Recientemente en Netflix subieron un documental llamado Dear Mr. Watterson en el que un hombre más o menos de unos 30 años, va en búsqueda del origen de este comic, visita el pueblo de Watterson, visita una Biblioteca- Museo del Comic (el lugar más perfecto del planeta Tierra), ve los dibujos originales de Calvin y Hobbes. Lo que más me marcó de este documental es que habla de un fenómeno muy extraño relacionado con este comic, el de la herencia hacia nuevas generaciones de lectores. Muchos fans al identificarnos con Calvin o con Hobbes y al seguirlo leyendo ahora de adultos, nos interesa que los niños que nos rodean también los conozcan y se indentifiquen con ellos, en nuestra casa, escuela o trabajo hay algún niño que nos recuerda a Calvin y le decimos -¡¡Tú eres este, ten leelo!!-. Al parecer este fenómeno ha sido el que ha hecho que este comic siga presente en nuestros días, el clásico método de recomendarlo de mano en mano.
Los profesionistas de la lectura y de los libros se preguntan cómo hacer para que los niños lean, yo les puedo decir lo siguiente:
Póngalos a leer comics, los acerca a la lectura, a la imaginación, al Arte y la cultura. El comic tiene eso que siempre piden los niños: imágenes. También tiene eso que los adultos siempre pedimos: textos con un mensaje intelectual profundo.
TODOS tanto adultos cómo niños, deberiamos leer Calvin & Hobbes.
En la tercera y última parte de este análisis eterno, hablaré de mis cartones favoritos, los gags más comunes de Calvin y sobre algo que me ha marcado para siempre, sólo de pensarlo siento un nudo en la garganta, hablaré sobre el dibujo final de la saga.