jueves, 1 de septiembre de 2016

Soy tu fan

Por Catarina.
En esta etapa de la vida llamada pubertad, yo dedicaba mis vacaciones a ver televisión, jugar con mis primos, leer revistas. Cosas típicas.

Un día esas actividades se vieron truncadas, pues mis papás me informaron que me habían inscrito a un curso de verano. Yo me rehusaba, no me habían pedido mi opinión y no estaba en mis planes el tener una responsabilidad extraescolar en las vacaciones.

A pesar de eso, fui al dichoso curso, me divertí, aprendí algunas cosas, pero nunca me imaginé que ahí conocería a mi fan, al número uno de mí no muy nutrido club de fans.

Cabe aclara que en el curso había una división, los salones de la izquierda eran ocupados por las niñas y los de la derecha por los niños. La única forma de conocer a alguien del sexo opuesto era a la salida. Ni en el receso podías cruzar al otro lado de la escuela.

Así pasó el verano, iniciaron las clases en segundo de secundaria y al entrar a mi salón me percató de que había nuevos compañeros, uno de ellos de pelo rubio llamado Roberto y sin pena le preguntó si él había tomado el mismo curso de verano que yo, la respuesta fue afirmativa, él se acordó de mí, nos vimos dos o tres veces a la salida y en una de las pocas actividades mixtas.

Días después lo veo platicando con otros nuevos compañeros, quienes también habían tomado dicho curso. Y Ahí empezó la historia.

Uno de los otros, se llama Aldo, un nombre común, simple, que define perfectamente al portador, en este caso, un tipo no guapo, sin mucha presencia, no muy interesante. Mi fan, por fortuna y por desgracia.

Desde ese día, Aldo quién también le pregunto a Roberto por mí, no me soltó. A nadie le he gustado tanto como a él. Dicen que entre una persona y otra, hay sólo seis grados de separación. Aldo utilizó todos los grados para llegar a mí. Me lo presentaron alrededor de 6 personas distintas, en diferentes momentos.

El novio de mi amiga, su primo Roberto, mi vecina, la amiga de mi vecina, mi otra vecina, le hermana de mi otra vecina. Estaba presente en la cafetería, en el parque, en el centro comercial, en la parada del autobús, en la clase de educación física, en el camión…

A mi nunca me gusto, no había nada interesante en él. No me sentía atraída, pero desde mi vanidad, puedo decir que era bonito tener un fan. Me gustaba sentirme vista, saber que para alguien era bonita, que podía levantar suspiros. Fui muy cortante con él, no lo niego, incluso hasta grosera.

Un día, un maestro de Química se dio cuenta de lo mucho que yo le gustaba  Aldo y me dio un consejo, de los mejores que me han dado en la vida y aún lo conservo: “Usted se merece algo mejor, no le haga caso a ese tipo, si va a andar con alguien, por favor que sea más inteligente. Búsquese a alguien más guapo y sobretodo más interesante, más listo. Usted es mucho para tan poco. Trate de exigir en sus relaciones lo mismo que usted ofrece, o pida un poco más. En pocas palabras, Aldo es muy poco para ti, tú tan bonita e inteligente y él con dientes chuecos y reprobando materias”

Debo confesar que en cuanto a calificaciones escolares siempre me ha ido bien, por eso muchas personas me consideran inteligente, pero yo creo que la inteligencia va más allá. No me considero, tampoco, una belleza apabullante.

Sin embargo, hoy recuerdo a Aldo, precisamente por eso, para él yo si era bonita e interesante. Curiosamente hace unos días recibí una invitación en FB de su parte, le pregunté algunas cosas, algunas dudas que me rondaban desde ese entonces.

Él respondió y sus palabras me dejaron helada. Me dijo que yo era bonita, lo reafirmo, también aseveró que yo tengo baja autoestima, por no considerarme bonita cuando si lo soy. A él le atrajo la falta de sonrisa en mi rostro, la manera en como camino “el misterio entre tanto silencio”.

Palabras más, palabras menos, son las mismas con las que me definió el doctor (mi ex) “el misterio con el que te mueves”. Entonces caí en cuenta que mi simpleza, como yo le llamo, es lo que atrapa…

Reafirmé que soy bonita y debo elevar mi autoestima. A Aldo, sólo le agradecí el ser mi fan y la sinceridad con que respondió el cuestionario que le hice. También le ofrecí una disculpa por lo mala onda que era en la secundaria. Le expliqué que él a mí no me gustaba y yo no quería hacerle falsas ilusiones…

Cuando quise aceptarlo cómo amigo, había cancelado la solicitud. De todos modos, no habría pasado nada, él es casado y tiene una hija.

No sé si sigue siendo mi fan, o simplemente la nostalgia lo ataco y quiso saber de mí. No lo pregunté, no lo hice para no derrumbar el mito, el mito que yo construí en mi mente adolescente, el de tener un fan y sentir que para él no hay nadie más bonita que yo.

Soy una simple mortal, pero algún día fui una mujer inalcanzable con un séquito de fans, él pos supuesto fue el miembro honorario.


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*Gracias por aparecer en el momento indicado.