Por Catarina.
En esta
etapa de la vida llamada pubertad, yo dedicaba mis vacaciones a ver televisión,
jugar con mis primos, leer revistas. Cosas típicas.
Un día esas
actividades se vieron truncadas, pues mis papás me informaron que me habían inscrito
a un curso de verano. Yo me rehusaba, no me habían pedido mi opinión y no
estaba en mis planes el tener una responsabilidad extraescolar en las vacaciones.
A pesar de
eso, fui al dichoso curso, me divertí, aprendí algunas cosas, pero nunca me
imaginé que ahí conocería a mi fan, al número uno de mí no muy nutrido club de
fans.
Cabe aclara
que en el curso había una división, los salones de la izquierda eran ocupados
por las niñas y los de la derecha por los niños. La única forma de conocer a
alguien del sexo opuesto era a la salida. Ni en el receso podías cruzar al otro
lado de la escuela.
Así pasó el
verano, iniciaron las clases en segundo de secundaria y al entrar a mi salón me
percató de que había nuevos compañeros, uno de ellos de pelo rubio llamado Roberto
y sin pena le preguntó si él había tomado el mismo curso de verano que yo, la
respuesta fue afirmativa, él se acordó de mí, nos vimos dos o tres veces a la
salida y en una de las pocas actividades mixtas.
Días después
lo veo platicando con otros nuevos compañeros, quienes también habían tomado
dicho curso. Y Ahí empezó la historia.
Uno de los
otros, se llama Aldo, un nombre común, simple, que define perfectamente al
portador, en este caso, un tipo no guapo, sin mucha presencia, no muy interesante.
Mi fan, por fortuna y por desgracia.
Desde ese
día, Aldo quién también le pregunto a Roberto por mí, no me soltó. A nadie le
he gustado tanto como a él. Dicen que
entre una persona y otra, hay sólo seis grados de separación. Aldo utilizó
todos los grados para llegar a mí. Me lo presentaron alrededor de 6 personas
distintas, en diferentes momentos.
El novio de
mi amiga, su primo Roberto, mi vecina, la amiga de mi vecina, mi otra vecina,
le hermana de mi otra vecina. Estaba presente en la cafetería, en el parque, en
el centro comercial, en la parada del autobús, en la clase de educación física,
en el camión…
A mi nunca
me gusto, no había nada interesante en él. No me sentía atraída, pero desde mi
vanidad, puedo decir que era bonito tener un fan. Me gustaba sentirme vista,
saber que para alguien era bonita, que podía levantar suspiros. Fui muy
cortante con él, no lo niego, incluso hasta grosera.
Un día, un
maestro de Química se dio cuenta de lo mucho que yo le gustaba Aldo y me dio un consejo, de los mejores que
me han dado en la vida y aún lo conservo: “Usted se merece algo mejor, no le
haga caso a ese tipo, si va a andar con alguien, por favor que sea más
inteligente. Búsquese a alguien más guapo y sobretodo más interesante, más
listo. Usted es mucho para tan poco. Trate de exigir en sus relaciones lo mismo
que usted ofrece, o pida un poco más. En pocas palabras, Aldo es muy poco para ti, tú tan bonita e inteligente y él con dientes chuecos y reprobando
materias”
Debo
confesar que en cuanto a calificaciones escolares siempre me ha ido bien, por
eso muchas personas me consideran inteligente, pero yo creo que la inteligencia
va más allá. No me considero, tampoco, una belleza apabullante.
Sin embargo,
hoy recuerdo a Aldo, precisamente por eso, para él yo si era bonita e interesante.
Curiosamente hace unos días recibí una invitación en FB de su parte, le
pregunté algunas cosas, algunas dudas que me rondaban desde ese entonces.
Él respondió
y sus palabras me dejaron helada. Me dijo que yo era bonita, lo reafirmo,
también aseveró que yo tengo baja autoestima, por no considerarme bonita cuando
si lo soy. A él le atrajo la falta de sonrisa en mi rostro, la manera en como
camino “el misterio entre tanto silencio”.
Palabras
más, palabras menos, son las mismas con las que me definió el doctor (mi ex) “el
misterio con el que te mueves”. Entonces caí en cuenta que mi simpleza, como yo
le llamo, es lo que atrapa…
Reafirmé que
soy bonita y debo elevar mi autoestima. A Aldo, sólo
le agradecí el ser mi fan y la sinceridad con que respondió el cuestionario que
le hice. También le ofrecí una disculpa por lo mala onda que era en la secundaria.
Le expliqué que él a mí no me gustaba y yo no quería hacerle falsas ilusiones…
Cuando quise
aceptarlo cómo amigo, había cancelado la solicitud. De todos modos, no habría
pasado nada, él es casado y tiene una hija.
No sé si
sigue siendo mi fan, o simplemente la nostalgia lo ataco y quiso saber de mí.
No lo pregunté, no lo hice para no derrumbar el mito, el mito que yo construí
en mi mente adolescente, el de tener un fan y sentir que para él no hay nadie
más bonita que yo.
Soy una
simple mortal, pero algún día fui una mujer inalcanzable con un séquito de
fans, él pos supuesto fue el miembro honorario.
.
*Gracias por
aparecer en el momento indicado.